Hace apenas ocho meses que The Outer Worlds llegó a PC, Xbox One y PlayStation 4. El esperado juego de rol de Obsidian Entertainment se convirtió en uno de los mejores títulos del género en 2019, al recoger lo que el estudio aprendió con Fallout New Vegas para desarrollar una propuesta más contenida, más centrada en la narrativa, con un mundo interesantísimo y, sin alejarse de la comedia, la sátira y el western espacial, realmente crítico con el sistema en el que vivimos. Este 5 de junio, tras algún retraso y alguna polémica, llega a Nintendo Switch en formato físico y digital.Venir de Tragamonedas Gratis Online
2K Games se ha volcado en la consola híbrida con adaptaciones de sus sagas más populares, en ocasiones con más acierto, y a veces errando el tiro esto se ha visto especialmente durante las ultimas semanas, pues la editora ha publicado algunas de sus sagas más conocidas en Switch: Borderlands, Bioshock y XCOM. Cierto es que The Outer Worlds no es estrictamente de 2K Games, sino de Private Division, una editora bajo el paraguas, como la anterior, de Take-Two. Por eso no es de extrañar que el juego de Obsidian, como los mencionados juegos de Irrational Games y Firaxis, también esté adaptado a la máquina de Nintendo por el estudio singapurense Virtuos. La duda es si el trabajo ha quedado tan impecable como con la colección Bioshock o irregular como con Xcom 2. La respuesta corta es que entre medias. La larga la desgranaremos a lo largo de este texto.
Una humorística odisea espacial anticapitalista
Pero antes de entrar en detalles sobre los temas puramente técnicos, ¿qué es The Outer Worlds? Muchos lo han tildado del sucesor espiritual de Fallout New Vegas, uno de los juegos de rol más alabados de la pasada generación. La afirmación es cierta, pero solo en parte y dependiendo qué tipo de jugador seas. La última obra de los magos del RPG, Obsidian (Pillars of Eternity, Tyranny), hace muchas cosas muy bien y fijándose directamente en el juego publicado por Bethesda. Los jugadores encarnan a un colono que viajaba hacia otro Sistema Solar antes de que su base espacial fuera abandonada a la deriva: las corporaciones que dominan este nuevo mundo no lo consideraban rentable. A nuestro rescate llega el científico loco Phineas Wells, quien nos encomienda la misión de conseguir una suerte de fármaco para que también pueda despertar a los otros colonos atrapados en la nave durante 70 años. Pero como suele ocurrir en Fallout, la historia principal, sin ser para nada mala, es realmente secundaria en el total de las cosas.
Porque lo que realmente atrapa aquí son dos cosas. Por un lado, una construcción de mundo increíble a nivel narrativo: se trata de un western futurista en el que el anarcocapitalismo ha llegado hasta el punto de que las personas son propiedad de las empresas, donde las ciudades y asentamientos son propiedad de las corporaciones, y donde el gobierno del Sistema son las propias marcas.
Los temas de los que habla son profundos, críticos con nuestra sociedad, pero siempre se tratan desde el humor y la sátira. Por otro lado, tan importante como el mundo son las personas que lo habitan, o al menos, algunas de ellas: iremos forjando relaciones (de amistad) con acompañantes y personalidades de los distintos emplazamientos, y todos ellos tienen un trasfondo y unas tramas interesantes que están realmente bien escritas.
Por lo que no puede considerarse un sucesor como tal de Fallout New Vegas es por la estructura del juego. Sí, el título está repleto de misiones principales, secundarias y de acompañante (con las que evolucionamos relaciones con nuestros compañeros) y las situaciones que plantean estos encargos se pueden solucionar de múltiples maneras, algunas muy creativas. Incluso el sistema de combate se siente muy similar, tanto en lo bueno como en lo malo, y hasta intenta replicar el V.A.T.S. con una mecánica de ralentización del tiempo. Pero en lugar de un mundo abierto enorme en el que perdernos para encontrar asentamientos, armas y nuevas historias, los jugadores explorarán distintos mundos de tamaño mediano que, realmente, no incitan a la exploración: son entornos, hubs, por los que se pasea para llegar de un personaje a otro, de una ciudad a nuestra nave.
Así, The Outer Worlds es en Switch el mismo juego que en consolas de sobremesa y ordenadores. Podéis esperar un guion igual de genial. Os encontraréis un sistema de combate que, sin ser revolucionario, ofrece múltiples chispas de originalidad con las alocadas armas científicas. Veréis que el cómo configuráis los talentos de vuestro personaje variará mucho cómo se afronta un diálogo o una incursión a un edificio repleto de robots desquiciados. Aprenderéis que vuestro propio posicionamiento ideológico influirá en las tramas que se os cuentan. Pero el apartado visual que rodea todo este conjunto tiene en la consola híbrida sus más y sus menos.
Un Sistema Solar con luces, sombras y algo borroso
Jugar a un juego que hace apenas unos meses disfrutábamos en consolas de sobremesa en la pantalla de Switch es, en este caso, sorprendente en ocasiones, dejándonos con la boca abierta por pura incredulidad; y en otras tantas, nos hace cavilar con que los desarrolladores pensaron solo si se podía y no si se debía. Las sensaciones que ofrece The Outer Worlds en la máquina de Nintendo son muy distintas dependiendo no de si estamos jugando en portátil o sobremesa (sobre lo que hablaremos más adelante), sino si estamos en una zona cerrada o explorando uno de sus mundos abiertos.
Cuando exploramos una ciudad como Frontemar, fábricas, casas o cualquier otro tipo de edificio parece casi mentira que estemos ante un juego de Switch. Obviamente, hay diferencias fácilmente apreciables: las texturas más lejanas tienen poca definición, la imagen en general es más borrosa, los carteles no son tan fácilmente legibles, las sombras no producen tanto reflejos, algunas texturas tardan en cargar un breve momento al entrar a una sala y no todos los personajes se muestran de manera nítida, algo que se aprecia sobre todo en esos NPC que ni siquiera dialogan con el jugador; pero en general, la experiencia no es tan distinta a como la recordamos al jugar en PS4 estándar.
La situación es la opuesta cuando estamos explorando esos pequeños mundos abiertos, como Terra 2 y Monarca. Hay dos cosas que llaman la atención inmediatamente sin ni siquiera mover el stick: la distancia de dibujado es muchísimo menor que en las otras máquinas, y la cantidad de polígonos de lo que nos rodea se ha reducido enormemente. The Outer Worlds no era ningún portento técnico, pero su apartado artístico dibujaba unos mundos alienígenas interesantes, quizá carentes de vida, pero capaces de mostrar panorámicas espectaculares. Aquí las hojas de los árboles son pegotes amarrados a algo que parecen ramas, los monstruos y enemigos se muestran especialmente borrosos y los caminos son un complicado amasijo de texturas.
Todo empeora al movernos, sobre todo al correr. No es tan solo que las hierbas vayan apareciendo conforme nos acercamos a ellas, o que las sombras de los árboles si dibujen a nuestro paso. Es algo que también afecta al juego en sí: nos ha pasado en más de una ocasión que al ir corriendo desde una ciudad a un campamento cercano que los personajes con los que teníamos que hablar no aparecieran hasta pasados un buen puñado de segundos. Lo mismo ocurre en otra situación más peliaguda: que los enemigos del camino o de una ciudad abandonada se generen espontáneamente a nuestro alrededor, dejándonos rodeados y al borde de una muerte casi segura. Por supuesto, lo mismo ocurre con las texturas de edificios, con las útiles zonas de hierba alta necesarias para andar en sigilo y con los cadáveres que hemos dejado por el camino.
El rendimiento también se ve afectado al andar por las zonas salvajes de los planetas. El juego funciona a 720p en modo portátil y a 1080p en modo televisión, siempre con la aspiración de ejecutarse a 30 fotogramas por segundo. Pero se queda en eso, aspiración. Mientras que en las ciudades parece que el rendimiento se mantiene estable, hay una diferencia notable cuando exploramos, digamos, La Pionera (una estación espacial) y la superficie de Monarca. En el primer caso puede haber alguna bajada de frames al entrar en la zona de las tiendas, repleta de personajes, neones y efectos lumínicos; en el planeta mencionado, los fps bajan tanto que a veces complica la exploración, y sobre todo, los combates en los que nos podamos ver envueltos en entornos cerrados, los enfrentamientos tienen algún bajón eventual, pero nada grave. Por suerte, gran parte del juego lo pasaremos en distintos lugares o niveles, y la superficie del planeta se dejará, mayormente, como lugar para transitar de un sitio a otro.
Hay un aspecto que afectaba en su día al juego en consolas (o en PC sin SSD) y que aquí se acentúa: hablamos de las pausas, durante unos breves segundos, que se toma el título cuando vamos muy rápido de un lugar a otro. Aquí suceden con mayor frecuencia, aunque parecen ser más breves. En lo que no hemos notado apenas diferencia es en los ya largos tiempos de carga que existen cada vez que entramos en una ciudad, abandonamos nuestra nave o pasamos de la superficie de un planeta a un nivel.
Cuando se publicó The Outer Worlds, se vertieron muchos comentarios negativos sobre un problema: el pequeño tamaño de las letras, ya se tratara de subtítulos, de explicaciones de objetos, de menús, de descripciones de habilidades La versión de Switch llega con el parche que se publicó en otros sistemas hace unos meses. La fuente de letra se puede configurar entre 1 y 10 puntos. ¿Es suficiente? Jugando en modo televisión (donde, por cierto, la consola se calienta bastante) no hemos tenido ningún problema, y en modo portátil, con la configuración al máximo, todo se puede leer sin problemas, aunque no nos quejaríamos de que ampliaran los caracteres aún más con una actualización.
El juego aprovecha también dos funcionalidades de Switch: el giroscopio y la vibración HD. El control por movimiento se puede calibrar al gusto del jugador, configurarlo para que solo funcione al apuntar con la mira del arma o desactivarlo completamente aunque recomendamos personalizarlo porque, bien adaptado, nos puede ayudar bastante en los enfrentamientos. Sin embargo, la vibración HD se usa aquí para que el mando vibre con mucha más fuerza que el DualShock 4 o el Xbox Controller, algo que puede llegar a ser hasta molesto y que no se puede configurar: o la activas, o la desactivas. No hay más.
Conclusión
No podemos decir que la versión para Nintendo Switch de The Outer Worlds sea la manera idónea para disfrutar de este título. Pero eso no quita que haya muchos jugadores que solo tengan esta consola, o que por algún motivo solo le puedan (o quieran) dedicar horas a un RPG en una máquina que puedan sacar de casa. Los problemas visuales y rendimiento que se aprecian a las claras en las zonas de mundo abierto son difíciles de omitir y afean el conjunto, pero a la vez, el juego sorprende cuando estamos en espacios cerrados y ciudades es decir, la mayor parte del tiempo. El RPG de Obsidian es un título imprescindible para los fans incondicionales del género y para los que disfruten de una buena narrativa y guion. Para todos ellos, si no tienen otro modo de hacerlo, mejor jugarlo aquí que dejarlo pasar.
Hemos realizado este análisis con un código del juego ofrecido por Best Vision.